
“Más allá de la Zona 2: el secreto de entrenar todas las intensidades en trail running”
27 de agosto de 2025¿Cómo nace el reto?
Desde que llegué a Perú y supe de Huayhuash, fue algo que me llamó la curiosidad durante mucho tiempo.
Finalmente, pospandemia, cuando empecé a hacer temporadas en Huaraz, año a año esto fue alimentando mi deseo y mis ganas de ir y descubrirla. Buscaba información en internet para saber más, pero no había mucho. Luego supe de las personas que ya habían hecho el circuito corriendo, y descubrir esto instauró aún más en mí el deseo de recorrerla corriendo, aun si lo veía muy lejano.
En 2023 armé un documento y fui volcando información para “aquel día que haga la ruta”.
Finalmente, en 2024 me animé a contactar a diferentes agencias y hacer la ruta en modo trekking. Mi hermana y su esposo viajaron desde Argentina para acompañarme. La última semana de mayo estábamos los tres viviendo esta experiencia de seis días maravillosos.
Ni bien iniciamos el trekking, nació mi proyecto. Pensé: “¡No hay forma de que estando en Huaraz tantos meses no lo haga! Y menos aún, llevando tantos años viviendo en Perú”.
A partir de ese momento, todos los días fui tomando notas durante el trayecto y estudiando todo: el terreno, el clima, los pasos de montaña, la gente que había, pros y contras. El resto del año fue lo que me mantuvo contenta. Post-reconocimiento ya me visualizaba en Huayhuash al año siguiente.
Desempolvé las notas de 2023 y empecé a pulir un Excel para armar la logística de lo que sería recorrer en modo non-stop, corriendo el circuito. Disfruto de correr más de noche que de día, y es por eso que escogí una fecha donde hubiese luna llena. Así, sellado en el calendario, quedó el 10 de julio.

Junto a Marc Mosconi fuimos madurando el proyecto. Fue clave su conocimiento y servicio para que todo saliera bien. Siempre voy a recordar la cara de Marc cuando nos reunimos por primera vez y le conté de mi proyecto. No se lo notaba tan seguro de lo que yo quería hacer. ¡Ja! Creo que dudó en subirse al barco, pero mis ganas e insistencia lo terminaron convenciendo.
En marzo de 2025 viajé a Argentina para competir en los 130k de Valhöll Fin del Mundo by UTMB. Mi preparación no fue tan exigente porque no quería terminar lesionada ni correr ningún riesgo que pudiera hacer caer mi proyecto de Huayhuash. Mi gran objetivo del año sería Huayhuash.

Luego de ganar Valhöll Fin del Mundo, viajé a Trevelin, y allí la Secretaría de Deportes me invitó a dar una charla sobre mi trayectoria deportiva. Fue ahí donde di a conocer mi proyecto abiertamente; antes no lo había hecho para no generar falsas expectativas en mí.

Cuando terminé la charla, recibí la hermosa noticia de que mi hermana y su esposo viajarían a Perú para acompañarme el día de mi reto.
Ya de vuelta en Perú, con las energías totalmente enfocadas en el 10 de julio, me puse a pensar quién podría acompañarme en algunos tramos del circuito por seguridad. Difícil escoger quién quieres que te acompañe tantas horas corriendo cuando siempre corres sola, como es mi caso. Pero bueno, después de muchas idas y vueltas, Marc sería mi pacer en el primer tramo de la ruta (27 km), Maybel y Cosi en el tercer tramo (45 km), y Mauri y Jota en el último tramo (32 km).
Escogí hacer un tramo de la ruta sola, justo cuando caería el sunset.
CIVA me confirmó que llevaría de la mano conmigo todo el proyecto, lo cual fue una gran motivación.
De cara a mis entrenamientos
La mayoría fueron duros y siempre me repetía lo mismo: “Así y más duro será Huayhuash”. Esto me ayudó muchísimo a setear la mente para ese día.
El último mes intenté exponerme más a la altura para llegar lo más aclimatada posible, y acá fueron clave dos entrenos que hice.
La semana tres, previa al reto, corrí desde mi casa hasta el Refugio Longoni (4,650 msnm) por la quebrada de Ishinca. Luego de terminar la ruta, que fue durísima pero un éxito, dije: “Estoy lista para Huayhuash”. Me dio mucha seguridad.
Dos semanas antes me animé a mi segunda cumbre, que fue nada más y nada menos que la montaña que veo todos los días desde mi ventana: el Nevado Vallunaraju (5,686 msnm). Allí hice noche y luego cumbre.
Con estos dos hitos di por finalizada mi preparación. Me sentía lista.
Previa al reto
El 8 de julio llegaron Eri y Ale, y el 9 temprano nos estábamos yendo todos a Chiquián, donde haríamos noche para luego, al día siguiente, irnos a Llamac e iniciar el reto.
En Chiquián pasamos la noche todos los involucrados en el proyecto: Marc, la logística de CIVA, los pacers, familia y fotógrafos (As y Jhosep). Cosi y Maybel ya estaban metidos en el circuito, haciendo noche en Mitucocha, para al día siguiente caminar hasta Laguna Carhuacocha, punto donde me esperarían.
Sensaciones: estar ya ahí me emocionaba; no lo podía creer. Ni bien llegamos a Chiquián intenté descansar un rato por la tarde, pero fue imposible. Me agarró un momento de llanto que no paraba.
Cuando uno compite y se prepara para una carrera, yo personalmente lo hago todo sola: son mis tiempos, mi organización, y en definitiva, si yo no hago la tarea, yo solita me perjudico. Luego voy, compito (también sola), termino, medalla de finisher y listo.
Acá estaba moviendo un grupo de 13 personas aproximadamente. Caer en la cuenta de ello me llegó al alma. Me emocionó y me sigue emocionando recordarlo, contarlo. Sin duda, ¡una de las cosas más lindas que me ha dejado este proyecto!
Todos apoyándome por una causa, por “Latidos de un Sueño”, y con la misma energía y motivación que yo le había puesto al reto desde el día uno. Sentir en ese momento lo que había conseguido, y el tremendo equipo que estaba moviendo, me impresionaba. No lo podía creer.
Esto me dio aún más confianza y seguridad para enfrentar lo que sea. Sabía que se venían horas duras, pero también un día increíble que me marcaría para siempre.
El día
Me desperté feliz: por fin iba a suceder lo que venía visualizando durante años. Sabía que sería un día largo, pero mío.
8:40 a.m. dimos el start con Marc. Fueron 27 km con dos pasos de montaña a más de 4,000 msnm; un tramo que fue una leve introducción a lo duro que sería el circuito y por momentos sentí miedo de no poder conseguirlo.
Ya las vistas eran increíbles y el día no podía ser mejor: totalmente despejado, sin viento y con una temperatura súper agradable.
En Cuartelhuain me estaban esperando mi hermana y Ale. Llegué sin energías y emocionalmente abajo, así que decidí tomarme con calma ese stop.
A partir de este punto, uno se mete de lleno en el circuito y no hay vías de acceso para que te busquen si te pasa algo. ¡Esto en la mente te juega en contra, obviamente!

Me senté, sumé todo lo de la noche a la mochila, comí bien y salí. En los primeros pasos me sacudí todos los pensamientos malos que tenía. Volví a mi centro, a mi proyecto, a mi sueño.
Este tramo lo había planificado sola. Corrí por mí y por todos. Fue mágico y necesario ese momento a solas con Huayhuash.
Fue un viaje de conexión, resiliencia, amor. Me emocioné varias veces; no podía creer estar ahí. El sunset caía, la luz se reflejaba en las montañas y ya se veía la luna llena: un escenario brillante.
Corrí hasta el km 42 donde me esperaban Cosi y Maybel para hacer juntos toda la noche.
Lo primero que me dijeron los chicos cuando llegué fue:
—“¡Mierda, qué frío que hace!”.
Les respondí:
—“¡Les dije! A la noche acá baja mucho la temperatura”.
Y así fue. Corrimos bajo una noche hermosa, despejada, sin viento, helada.
Lamentablemente, antes de llegar al paso Cuyoc (5,100 msnm) nos costó encontrar la ruta y eso nos retrasó un poco. Era algo que ya sabíamos que podía pasar. Le pusimos toda la garra para no desmotivarnos y seguir.
También vimos un ovni (¡nunca había visto uno, así que yo feliz!) y vi una estrella fugaz, la más clara para mí hasta la fecha.
Fue una noche con muchos condimentos. Nos divertimos y lo mejor de todo es que a ninguno le pasó nada.
Últimos kilómetros
En el km 87 me esperaban Mauri y Jota para continuar la ruta. Yo ya venía con 24 horas de carrera encima, siete pasos de montaña y el desgaste que significa para el cuerpo estar corriendo en altura (promedio 4,000 msnm).

Verlos me levantó. Sus caras cuando me vieron llegar a lo lejos no me las olvido más. ¡Un equipazo!
Me tomé unos minutos para comer algo rápido, ponerme ropa seca y salimos.
Mentalmente ya sabía que este tramo sería el más duro porque el circuito te baja a 3,500 msnm y en apenas 9 km te sube a 4,800 msnm. Físicamente es muy retador y desgastante. No me quedaba nada realmente.
Fue clave ir acompañada. Jota cantó, habló, bailó, hizo de todo para mantener la energía arriba. Mauri intentaba marcar el paso, recordarme que tenía que comer e hidratarme. En un punto estaba tan cansada que llegué a alucinar, ¡ja!
Los últimos kilómetros, pasando Pampa Llamac, fueron eternos. Parecía que llegábamos pero no sucedía. ¡Mucha, mucha cabeza!
Estaba cansada por llevar tantas horas despierta y exigiéndome, pero mis pies bien, físicamente entera. El resultado de muchas horas de trabajo duro.

Cuando empezamos a ver Llamac y sus luces me vino una emoción de pies a cabeza. Wow, no lo podía creer. Qué locura.
Lejos, lo más duro deportivamente hablando que he hecho, y por eso amo este deporte: porque te da estas cuotas de resiliencia, de fortaleza, que cambian tu ser. Uno no vuelve a ser el mismo después de cada logro, de cada meta, de cada sueño cumplido.
Como ya lo he dicho antes, para mí este fue más que un reto físico: fue un reto personal, un viaje hacia adentro, un volver a la página, un reset, un reencuentro con lo simple, lo esencial.

Ahora sí puedo irme de Perú.
Quiero agradecer a todas las personas que confiaron en mí e hicieron posible que llevara adelante mi sueño de darle la vuelta a la Cordillera Huayhuash en modo non-stop.
Gracias: Jota, Mauri, Maybel, Cosi, Marc, Eri, Ale, equipo de logística de CIVA, Jhosep, Astrid.

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